miércoles, 23 de octubre de 2013

Estudios de Psicologia

Introducción

Nació en Ginebra en 1896, este psicólogo suizo se dedicó especialmente a la psicología infantil y genética. Uno de sus estudios más conocidos es, el que lo llevó a concluir que todo niño atraviesa por una secuencia invariable de cuatro estadios para el dominio de su intelecto.
En la evolución de Piaget podrían señalarse tres etapas distintas. La primera corresponde a los años de juventud, una época de crisis que concluyó en 1918. La segunda comprende el periodo comprendido entre las dos Guerras Mundiales, durante la cual elaboró su teoría de la inteligencia infantil. La tercera comienza a finales de los años cuarenta y alcanza su clímax en 1956 con la fundación del Centro Internacional de Epistemología genética de la universidad de Ginebra.
Los trabajos de Piaget sobre el desarrollo infantil son un aspecto parcial de una obra más amplia que engloba muchas disciplinas, como la zoología, biología, teología, lógica, historia de la ciencia, sociología y sobretodo la epistemología genética. Piaget se consideró a si mismo como un epistemológico genético, es decir, un científico dedicado al estudio de los orígenes y desarrollo del conocimiento en todas sus dimensiones tanto individuales como colectivas. El desarrollo intelectual del niño estaba orientado a explicar las formas superiores del conocimiento y diferenciarlas de las inferiores.
Piaget fue una mezcla de científico y filósofo que dedicó buena parte de su vida a la psicología. Siendo joven, el contacto con la filosofía le produjo una intensa crisis personal al darse cuenta de la dificultad de conciliar dos mundos tan distintos como era el de la verdad científica y la creencia personal. Esta crisis se saldó con la decisión de estudiar el conocimiento desde una perspectiva biológica, siendo así la biología su primera vocación científica.




Pragmatismo y funcionalismo

Teoría Completa del Desarrollo Cognoscitivo: desarrollado por Jean Piaget a través del estudio de sus propios hijos y de los ajenos. Su teoría estaba asentada en la forma en la que los niños llegan a conclusiones, buscando la lógica en las respuestas dadas a las preguntas formuladas.
Para Piaget, la inteligencia tiene dos atributos:

1. Organización: está formada por las etapas de conocimientos que conducen a conductas diferentes en situaciones específicas.
2. Adaptación: adquirida por la asimilación mediante la cual adquieren nueva información y también por la acomodación mediante la cual se ajustan a esa nueva información.
3. El desarrollo individual está dividido en cuatro etapas:
Etapa Sensomotora:
Periodo: 0 – 2 años
Características: la conducta del niño es esencialmente motora, no hay representación interna de los acontecimientos externos, ni piensa mediante conceptos.
Etapa Preoperacional:
Periodo: 2 – 7 años
Características: es la etapa del pensamiento y la del lenguaje que gradúa su capacidad de pensar simbólicamente, imita objetos de conducta, juegos simbólicos, dibujo, imágenes mentales y el desarrollo del lenguaje hablado.
Etapa de las Operaciones Concretas:
Periodo: 7 – 11 años.
Características: Los procesos de razonamiento se vuelven lógicos y pueden aplicarse a problemas concretos o reales. 
En el aspecto social, el niño ahora se convierte en un ser verdaderamente social y en esta etapa aparecen los esquemas lógicos de seriación, ordenamiento mental de conjuntos y clasifica los conceptos de casualidad, espacio, tiempo y velocidad.
Etapa Lógico Formal:
Período: 12 – 16 años
Características: En esta etapa el adolescente logra la abstracción sobre conocimientos concretos observados que le permiten emplear el razonamiento lógico inductivo y deductivo. Desarrolla sentimientos idealistas y se logra formación continua de la personalidad, hay un mayor desarrollo de los conceptos morales.

Teoría de la Epistemología genética

La epistemología genética trata de la ciencia, teoría del conocimiento científico. Piaget lo designa como el estudio de conocimientos especiales: su formación, desarrollo, etc. Es el estudio del aumento de los conocimientos y de sus leyes. 
El objeto y los métodos de la epistemología genética han sido definidos por Piaget y comprende tanto el estudio de la formación de los conocimientos en el sujeto como el análisis histórico-crítico de la evolución de las nociones científicas.
Piaget introduce el término de equilibración el cual expresa la tendencia de contradicción. Debemos señalar ante todo que el pensamiento del niño se encuentra ante la realidad de lo que se le presenta, con sus correspondientes tesis y antitesis, en desequilibrio consigo mismo. La motivación a la superación de esta situación es tanto o más poderosa, según Piaget, que la motivación a la satisfacción de las necesidades elementales y conduce a procesos específicos de equilibración.
La acomodación y asimilación son descritas como el proceso parcial en la interacción entre el organismo y los contenidos del medio ambiente.
Acomodación: Especialmente de la adaptación del ojo a distancias diversas mediante la variación del poder de refracción del cristalino. Mediante la cual el sujeto se ajusta a las condiciones externas.
Asimilación: El hecho de que el organismo adopte las sustancias tomadas del medio ambiente a sus propias estructuras. Incorporación de los datos de la experiencia en las estructuras innatas del sujeto. "La asimilación mental consiste en la incorporación de los objetos dentro de los esquemas del comportamiento, esquemas que no son otra cosa sino el armazón de acciones que el hombre puede reproducir activamente en la realidad". (Piaget, 1948, citado en Dorch, 1994).

El Desarrollo Mental Del Niño

El desarrollo psíquico, que se inicia al nacer y concluye en la edad adulta, es comparable al  crecimiento orgánico: al igual que este ultimo, consiste esencialmente en una marcha hacia el  equilibrio. Así como el cuerpo evoluciona hasta alcanzar un nivel relativamente estable, caracterizado   por el final del crecimiento y la madurez de los órganos, así también  la  vida  mental  puede  concebirse    como  la  evolución  hacia  una  forma  de equilibrio final representada por el espíritu adulto. El desarrollo  es, por lo tanto, en cierto modo una progresiva equilibración, un perpetuo pasar de un estado de  menor equilibrio a un estadio de equilibrio superior. Desde el punto de vista de la inteligencia, es fácil,  por ejemplo, oponer la inestabilidad e incoherencia relativas de las ideas infantiles a la sistematización de la razón adulta. También en el terreno de la vida afectiva, se ha observado  muchas veces cómo el equilibrio de los sentimientos aumenta con la edad. Las relaciones sociales,  finalmente, obedecen a esta misma ley de estabilización gradual.
Sin embargo, hay que destacar desde el principio la diferencia esencial entre la vida del cuerpo y la   del espíritu, si se quiere respetar el dinamismo inherente a la realidad espiritual. 







La forma final de   equilibrio que alcanza el crecimiento orgánico es más estática que aquella hacia la cual tiende el  desarrollo mental, y, sobre todo, más inestable, de tal manera que, en cuanto ha concluido la   evolución ascendente, comienza automáticamente una evolución regresiva que conduce a la vejez.  
Ahora bien, ciertas funciones psíquicas, que dependen estrechamente del estadio de los órganos,  siguen una curva análoga: la agudeza visual, por ejemplo, pasa por un maximum hacia el final de la infancia y disminuye luego, al igual que otras muchas comparaciones perceptivas que se rigen por  esta misma ley. 
En cambio, las funciones superiores de la inteligencia y de la afectividad tienden  hacia un "equilibrio móvil", y más estable cuanto más móvil es, de
forma que, para las almas sanas,  el final del crecimiento no marca en modo alguno el comienzo de la decadencia, sino que autoriza un  progreso espiritual que no contradice en nada el equilibrio interior.
Así, pues, vamos a intentar describir la evolución del niño y del adolescente sobre la base del   concepto de equilibrio. 
Desde este punto de vista, el desarrollo mental es una construcción continua,  comparable al levantamiento de un gran edificio que, a cada elemento que se le añade, se hace más  sólido, o mejor aun, al montaje de un mecanismo delicado cuyas sucesivas fases de ajustamiento  contribuyen a una flexibilidad y una movilidad de las piezas tanto mayores cuanto más estable va  siendo el equilibrio. Pero entonces conviene introducir una distinción importante entre dos aspectos complementarios de este proceso de equilibración: es preciso oponer desde el principio las  estructuras variables, las que definen las formas o estados sucesivos de equilibrio, y un determinado  funcionamiento constante que es el que asegura el paso de cualquier estadio al nivel siguiente.
Las estructuras variables serán, pues, las formas de organización de la actividad mental, bajo su  doble aspecto motor ó intelectual, por una parte, y afectivo, por otra, así como según sus dos  dimensiones individual y social (interindividual). Para mayor claridad, vamos a distinguir seis estadios   o períodos de desarrollo, que marcan la aparición de estas estructuras sucesivamente construidas: 1.  El estadio de los reflejos, o montajes hereditarios, así como de las primeras tendencias instintivas  (nutrición) y de las primeras emociones. 2. El estadio de los primeros hábitos motores y de las primeras percepciones organizadas, así como de los primeros sentimientos diferenciados. 3. El estadio de  la inteligencia sensorio-motriz o práctica (anterior al lenguaje), de las regulaciones afectivas elementales  y de las primeras fijaciones exteriores de la afectividad. Estos primeros estadios  constituyen el período del lactante (hasta aproximadamente un año y medio a dos años, es decir,  antes de los desarrollos del lenguaje y del pensamiento propiamente dicho). 
4.- El estadio de la  inteligencia intuitiva, de los sentimientos interindividuales espontáneos y de las relaciones sociales de sumisión al adulto (de los dos años a los siete, o sea, durante la segunda parte de la "primera  infancia"). 5. El estadio de las operaciones intelectuales concretas (aparición de la lógica), y de los  sentimientos morales y sociales de cooperación (de los siete años a los once o doce).  6. El estadio  de las operaciones intelectuales abstractas, de la formación de la personalidad y de la inserción  afectiva e intelectual en la sociedad de los adultos (adolescencia).
Cada  uno  de  dichos  estadios  se  caracteriza,  pues,  por  la  aparición  de  estructuras originales, cuya  construcción le distingue de los estadios anteriores. Lo esencial de esas construcciones sucesivas  subsiste en el curso de los estadios anteriores en forma de subestructuras sobre las cuales habrán  de edificarse los nuevos caracteres. 
De ello se deduce que, en el adulto, cada uno de los estadios  pasados corresponde a un nivel más o menos elemental o elevado de la jerarquía de las conductas.  

Sin embargo, cada estado comporta también una serie de caracteres momentáneos o secundarios,  que van siendo modificados por el anterior desarrollo, en función de las necesidades de una mejor organización. Cada estado constituye, pues, por las estructuras que lo definen, una forma particular    de  equilibrio,  y  la  evolución  mental  se  efectúa  en  el  sentido  de  una equilibración cada vez más  avanzada.
El Recién Nacido y el Lactante
El período que va del nacimiento a la adquisición del lenguaje está marcado por un desarrollo mental   extraordinario. Se ignora a veces su importancia, ya que no va acompañado de palabras que  permitan seguir paso a paso el progreso de la inteligencia y de los sentimientos, como ocurrirá más  tarde. No por ello es menos decisivo para toda la evolución psíquica ulterior: consiste nada menos  que en una conquista, a través de las percepciones y los movimientos, de todo el universo práctico  que rodea al niño pequeño. Ahora bien, esta "asimilación sensorio-motriz" del mundo exterior inmediato, sufre, en dieciocho  meses  o  dos  años,  toda  una  revolución  copernicana  en  pequeña  escala: mientras que al comienzo de este desarrollo el recién nacido lo refiere todo a sí mismo, o, más  concretamente, a su propio cuerpo, al final, es decir, cuando se inician el lenguaje y el pensamiento,   se sitúa ya prácticamente como un elemento o un cuerpo entre los demás, en un universo que ha  construido poco a poco y que ahora siente ya como algo exterior a él.
Vamos a describir paso a paso las etapas de esta revolución copernicana, en su doble aspecto de  inteligencia y de vida afectiva nacientes desde el primero de estos puntos de vista, pueden   distinguirse, como ya hemos visto más arriba, tres estadios entre el nacimiento y el final de este  período: el de los reflejos, el de la organización de las percepciones y hábitos y el de la inteligencia sensorio-motriz propiamente dicha.

En el momento del nacimiento, la vida mental se reduce al ejercicio de aparatos reflejos, es decir, de  coordinaciones sensoriales y motrices montadas de forma absolutamente hereditaria que    corresponden a tendencias instintivas tales como la nutrición. Contentémonos con hacer notar, a ese  respecto, que estos reflejos, en la medida en que interesan a conductas que habrán de desempeñar  un papel en el desarrollo psíquico ulterior, no tienen nada de esa pasividad mecánica que cabría  atribuirles, sino que manifiestan desde el principio una auténtica actividad, que prueba precisamente   la existencia de una asimilación sensorio-motriz precoz. 
En primer lugar, los reflejos de succión se  afinan con el ejercicio: un recién nacido mama mejor al cabo de una o dos semanas que al principio.   Luego, conducen a discriminaciones o reconocimientos prácticos fáciles de descubrir. Finalmente y  sobre todo, dan lugar a una especie de generalización de su actividad: el lactante no se contenta con  chupar cuando mama, sino que chupa también en el vacío, se chupa los dedos cuando los encuentra, después, cualquier objeto que fortuitamente se le presente, y, finalmente, coordina el  movimiento de los brazos con la succión hasta llevarse sistemáticamente, a veces desde el segundo mes, el pulgar a la boca. En una palabra, asimila una parte de su universo a la succión, hasta el  punto de que su comportamiento inicial podría expresarse diciendo que, para él, el mundo es  esencialmente una realidad susceptible de ser chupado.  Es cierto que, rápidamente, ese mismo  universo habrá de convertirse en una realidad susceptible de ser mirada, escuchada y, cuando los  propios movimientos lo permitan, sacudida.
Ahora bien, el resultado de ese desarrollo intelectual es efectivamente, como anunciábamos más  arriba, transformar la representación de las cosas, hasta el punto de hacer dar un giro completo o de  invertir la posición inicial del sujeto con respecto a ellas. En el punto de partida de la evolución mental   no existe seguramente ninguna diferenciación entre el yo y el mundo exterior, o sea, que las  impresiones vividas y percibidas no están ligadas ni a una conciencia personal sentida como un "yo",  ni a unos objetos concebidos como exteriores.
 Se dan sencillamente en un bloque indisociado, o como desplegadas en un mismo plano, que no es ni interno, ni externo, sino que está a mitad de camino entre estos dos polos, que sólo poco a poco irán oponiéndose entre sí. 
Pero, a causa  precisamente de esa indisociación primitiva, todo lo que es percibido está centrado en la propia   actividad: el yo se halla al principio en el centro de la realidad, precisamente porque no tiene  conciencia de sí mismo, y el mundo exterior se objetivará en la medida en que el yo se construya en  tanto que actividad subjetiva o interior. Dicho de otra forma, la conciencia empieza con un   egocentrismo inconsciente e integral, mientras que los progresos de la inteligencia sensorio-motriz   desembocan en la construcción de un universo objetivo, dentro del cual el propio cuerpo aparece  como un elemento entre otros, y a este universo se opone la vida interior, localizada en ese cuerpo propio.
empieza a afirmarse a título de polo interior de la realidad, opuesto a ese otro   polo externo u objetivo. Mas, por otra parte, los objetos son concebidos, por analogía con este yo,   como activos, vivos y conscientes: ello ocurre particularmente con esos objetos excepcionalmente  imprevistos e interesantes que son las personas. Los sentimientos elementales de alegría y tristeza,   de éxito y fracaso, etc.
habrán de ser entonces experimentados en función precisamente de esa  objetivación de las cosas y las personas; de ahí el inicio de los sentimientos interindividuales. 
La  "elección (afectiva) del objeto", que el psicoanálisis opone al narcisismo, es, pues, correlativa con   respecto a la construcción intelectual del objeto, al igual que lo era el narcisismo con respecto a la indiferenciación entre el mundo exterior. Esta "elección del objeto" recae, primero, en la persona de  la madre, luego (en 10 negativo como en lo positivo) en la del padre y los demás seres próximos:  éste es el principio de las simpatías y las antipatías que habrán de tener tan amplio desarrollo en el  transcurso del período siguiente.

II. La Primera Infancia de los Dos a los Siete Años
Con la aparición del lenguaje, las conductas resultan profundamente modificadas, tanto en su   aspecto afectivo como en su aspecto intelectual. Además de todas las acciones reales o materiales  que sigue siendo capaz de realizar como durante el período anterior, el niño adquiere, gracias al  lenguaje, la capacidad de reconstruir sus acciones pasadas en forma de relato y de anticipar sus   acciones futuras mediante la representación verbal. Ello tiene tres consecuencias esenciales para el  desarrollo mental: un intercambio posible entre individuos, es decir, el inicio de la socialización de la acción.
Una interiorización de la palabra, es decir, la aparición del pensamiento propiamente dicho,  que tiene como soportes el lenguaje interior y el sistema de los signos; y, por último, y sobre todo,  una interiorización de la acción como tal, la cual, de puramente perceptiva y motriz que era hasta ese  momento, puede ahora reconstruirse en el plano intuitivo de las imágenes y de las "experiencias  mentales". Desde el punto de vista afectivo, esto trae consigo una serie de transformaciones  paralelas: desarrollo de los sentimientos interindividuales (simpatías y antipatías, respeto, etc.) y de   una afectividad interior que se organiza de forma más estable que durante los primeros estadios.

A.  La socialización de la acción

El resultado más claro de la aparición del lenguaje es que permite un intercambio y una comunicación continua entre los individuos. Esas relaciones interindividuales sin duda existen ya en  germen desde la segunda mitad del primer año merced a la imitación, cuyos progresos están en  estrecha conexión con el desarrollo sensorio-motriz. Sabido es, en efecto, que el lactante aprende  poco a poco a imitar sin que exista una técnica hereditaria de la imitación: al principio, simple  excitación, por los gestos análogos de los demás, de los movimientos visibles del cuerpo (y, sobre  todo, de las manos), que el niño sabe ejecutar.
Espontáneamente; luego, la imitación sensorio-motriz  se convierte en una copia cada vez más fiel de movimientos que recuerdan otros movimientos ya  conocidos. Finalmente, el niño reproduce los movimientos nuevos más complejos (los modelos más difíciles son los que interesan a las partes no visibles del propio cuerpo, tales como la cara y la  cabeza). 
La imitación de los sonidos sigue un camino parecido, y cuando están asociados a  determinadas acciones, este camino se prolonga hasta llegar por fin a la adquisición del lenguaje    propiamente dicho (palabras-frases elementales, luego sustantivos y verbos diferenciados y, por  último, frases completas). Mientras el lenguaje no se ha adquirido de forma definida, las relaciones  interindividuales se limitan por consiguiente a la imitación de gestos corporales y exteriores, así como   a una relación afectiva  global  sin  comunicaciones  diferenciadas.  Con  la  palabra,  en  cambio,  se comparte la vida interior como tal y, además, se construye conscientemente en la misma medida en  que comienza a poder comunicarse.

B.  La génesis del pensamiento

En función de estas modificaciones generales de la acción, asistimos durante la primera infancia a  una transformación de la inteligencia que, de simplemente sensorio-motriz o práctica que era al  principio, se prolonga ahora en pensamiento propiamente dicho, bajo la doble influencia del lenguaje  y de la socialización. 
El lenguaje, ante todo, dado que permite al sujeto el relato de sus actos, le  procura a la vez el poder de reconstruir el pasado, y por consiguiente de evocarlo en ausencia de los  objetos a que se referían las conductas anteriores, y el de anticipar los actos futuros, aún no   ejecutados, hasta sustituirlos a veces por la sola palabra, sin jamás realizarlos  este es el punto de  partida del pensamiento. Pero inmediatamente viene a añadirsele el hecho de que, cómo el lenguaje  conduce a la socialización de los actos, aquéllos que, gracias a él, dan lugar a actos de pensamiento,  no pertenecen exclusivamente al yo que los engendra y quedan de rondón situados en un plano de   comunicación que decuplica su alcance. 
En efecto, el lenguaje  propiamente  dicho  es  el  vehículo  de    los  conceptos  y  las  nociones  que pertenecen a todo el mundo y que refuerzan el pensamiento  individual con un amplio sistema de pensamiento colectivo. Y en él es donde queda virtualmente   sumergido el niño tan pronto como maneja la palabra.




C. La Intuición

Hay una cosa que sorprende en el pensamiento del niño pequeño: el sujeto afirma constantemente y  no demuestra jamás. Señalemos, por otra parte, que esta ausencia de la prueba deriva naturalmente   de los caracteres sociales de la conducta de esa edad, es decir, del egocentrismo concebido como  indiferenciación entre el punto de vista propio y el de los demás.
En efecto, las pruebas se aducen   siempre ante y para otras personas, mientras que, al principio, uno mismo se cree lo que dice sin  necesidad de pruebas, y ello ocurre antes precisamente de que los demás nos hayan enseñado a  discutir las objeciones y antes de que uno haya interiorizado la conducta en esa forma de discusión  interior que es la reflexión. Cuando preguntamos algo a niños de menos de siete años, nos  sorprende siempre la pobreza de sus pruebas, su incapacidad de fundar las afirmaciones, e incluso su dificultad para reconstruir retrospectivamente la forma en que han llegado a ellas. Asimismo el  niño de cuatro a siete años no sabe definir los conceptos que emplea y se limita a designar los  objetos correspondientes o a definir por el uso ("es para..."), bajo la doble influencia del finalismo y de la dificultad de justificación.
La intuición articulada avanza efectivamente en esa dirección. Mientras que la intuición primaria no  es más que una acción global, la intuición articulada va más allá en la doble dirección de una  anticipación de las consecuencias de esa acción y de una reconstrucción de los estados anteriores.  No cabe duda de que sigue siendo irreversible: basta alterar una correspondencia óptica para que el  niño no pueda volver a colocar los elementos del pensamiento en su primitivo orden; basta dar media  vuelta al tubo para que el orden inverso escape al sujeto, etc. 
Pero este comienzo de anticipación y  de reconstrucción prepara la reversibilidad: constituye una regulación de las intuiciones iniciales y  esta regulación anuncia las operaciones. La intuición articulada puede, por lo tanto, alcanzar un  equilibrio más estable y a la vez más móvil que la acción sensorio-motriz, y en esto reside el gran   progreso del pensamiento propio de este estadio con respecto a la inteligencia que precede al  lenguaje. Comparada con la lógica, la intuición es, pues, un equilibrio menos estable por falta de   reversibilidad, pero comparada con los actos preverbales, marca una conquista indudable.

D. La Vida Afectiva

Las transformaciones de la acción surgidas de los inicios de la socialización no interesan sólo a la  inteligencia y al pensamiento, sino que repercuten con la misma profundidad en la vida afectiva.    Como  hemos  entrevisto,  existe, a partir del período preverbal, un estrecho paralelismo entre el   desarrolló de la afectividad y el de las funciones intelectuales,  ya  que  se  trata  de  dos  aspectos    indisociables  de  cada  acto:  en  toda conducta, en efecto, los móviles y el dinamismo energético se   deben a la afectividad, mientras que las técnicas y el acoplamiento de los medios empleados  constituyen el aspecto   cognoscitivo   (sensorio-motor   o   racional).   No   existe,   pues,   ningún   acto puramente intelectual (intervienen sentimientos múltiples, por ejemplo, en la resolución de un  problema matemático: intereses, valores, impresiones de armonía, etc.) y no hay tampoco actos  puramente afectivos (el amor supone la comprensión), sino que siempre y en todas partes, tanto en  las conductas relativas a los objetos como en las relativas a las personas, ambos elementos   intervienen porque uno supone al otro. Lo que hay son espiritus que se interesan más por las  personas que por las cosas o las abstracciones y otros a la inversa, y ello es la causa de que los  primeros parezcan más sentimentales y los otros más secos, pero se trata simplemente de otras   conductas y otros sentimientos, y ambos emplean necesariamente a la vez su inteligencia y su  afectividad.

III. La Infancia de Siete a Doce Años

La edad de siete años, que coincide con el principio de la escolaridad propiamente dicha del niño,  marca un hito decisivo en el desarrollo mental. En cada uno de los aspectos tan complejos de la vida  psíquica, ya se trate de la inteligencia o de la vida afectiva, de relaciones sociales o de actividad  propiamente individual, asistimos a la aparición de formas de organización nuevas, que rematan las  construcciones esbozadas en el curso del período anterior y les aseguran un equilibrio más estable,  al mismo tiempo que inauguran una serie ininterrumpida de construcciones nuevas.
Seguiremos, para no perdernos en este laberinto, el mismo camino que en las partes que anteceden,  partiendo de la acción global a la vez social e individual, y analizando luego los aspectos  intelectuales y después los afectivos de este desarrollo.

A.  Los Progresos de la Conducta y de su Socialización

Cuando visitamos varias clases en un colegio "activo" donde los niños tienen libertad para trabajar en  grupo y también individualmente y donde se les permite hablar durante el trabajo, no puede dejar de  sorprendernos la diferencia entre los medios escolares superiores a siete años y las clases inferiores.  Por lo que a los pequeños se refiere, es imposible llegar a distinguir claramente lo que es actividad   privada y lo que es colaboración: los niños hablan, pero no se sabe si se escuchan; y ocurre que  varios emprendan un mismo trabajo, pero no se sabe si se ayudan realmente. Si luego vemos a los  mayores, nos sorprende un doble progreso: concentración individual, cuando el sujeto trabaja solo, y  colaboración efectiva cuando hay vida común. Pero estos dos aspectos de la actividad que se inicia  hacia los siete años son en realidad complementarios y se deben a las mismas causas. Son incluso  tan solidarios que a primera vista es difícil decir si es que el niño ha adquirido cierta capacidad de  reflexión que le permite coordinar sus acciones con las de los demás, o si es que existe un progreso  de la socialización que refuerza el pensamiento por interiorización.
Desde el punto de vista de las relaciones interindividuales, el niño, después de los siete años  adquiere, en efecto, cierta capacidad de cooperación, dado que ya no confunde su punto de vista  propio con el de los otros, sino que los disocia para coordinarlos. Esto se observa ya en el lenguaje  entre niños. Las discusiones se hacen posibles, con lo que comportan de comprensión para los  puntos de vista del adversario, y también con lo que suponen en cuanto a búsqueda de  justificaciones o pruebas en apoyo de las propias afirmaciones.
Las explicaciones entre niños se   desarrollan en el propio plano del pensamiento, y no sólo en el de la acción material. El lenguaje  "egocéntrico" desaparece casi por entero y los discursos espontáneos del niño atestiguan por su  misma estructura gramatical la necesidad de conexión entre las ideas y de justificación lógica.

B.  Los progresos del pensamiento

Cuando las formas egocéntricas de causalidad y de representación del mundo, es decir, las que  están calcadas sobre la propia actividad, comienzan a declinar bajo la influencia de los factores que  acabamos de ver, surgen nuevas formas de explicación que en cierto sentido proceden de las   anteriores, aun cuando las corrigen. Es sorprendente observar que, entre las primeras que aparecen,  hay algunas que presentan un notable parecido con las que dan los griegos, precisamente en la  época de decadencia de las explicaciones propiamente mitológicas.
Una  de  las  formas  más  simples  de  esos  nexos  racionales  de  causa  a  efecto  es  la explicación por    identificación. Recuérdense el animismo y el artificialismo entremezclados del período anterior. En el  caso del origen de los astros (problema que es raro plantear a los niños pero que ellos  espontáneamente suscitan a menudo),estos tipos primitivos de causalidad conducen a decir, por  ejemplo, que "el sol ha nacido porque hemos nacido nosotros" y que "ha crecido porque nosotros  hemos crecido".
Ahora bien, cuando  este  egocentrismo  elemental  se  halla  en  decadencia,  el  niño,  sin    dejar  de alimentar la idea del crecimiento de los astros, habrá de considerarlos como producidos, no  ya por una construcción humana o antropomórfica, sino por otros cuerpos naturales cuya formación  parece más clara a primera vista: así es como el sol y la luna han salido de las nubes, son pequeños  retazos de nubes encendidas que han crecido (¡Y "las lunas" crecen todavía con frecuencia ante   nuestros ojos!). Las nubes a su vez han salido del humo o del aire. Las piedras están formadas de  tierra y la tierra de agua, etc., etc. Cuando finalmente los cuerpos ya no son considerados como  seres que crecen de la misma forma que los seres vivos, estas filiaciones no se le antojan ya al niño  como procesos de orden biológico, sino como transmutaciones propiamente dichas. Se ve bastante   bien el parentesco de estos hechos con las explicaciones por reducción de las materias unas a ótras  que imperaban en la escuela de Mileto (aunque la "naturaleza" o "physis" de las cosas  fuera  para    estos  filósofos  una  especie  de  crecimiento  y su  "hylozoísmo"  no estuviera muy alejado del animismo  infantil).




C. Las Operaciones Racionales

A la intuición, que es la forma superior de equilibrio que alcanza el pensamiento propio de la primera infancia, corresponden, en el pensamiento ulterior a los siete años, las operaciones. De ahí que el núcleo operatorio de la inteligencia merezca un examen detallado que habrá de darnos la clave de una parte esencial del desarrollo mental. Conviene  señalar  ante  todo  que  la  noción  de  operación  se  aplica  a  realidades  muy diversas, aunque  perfectamente definidas. Hay operaciones lógicas, como las que entran en la composición de un   sistema de conceptos o clases (reunión de individuos) o de relaciones,  operaciones  aritméticas (suma,  multiplicación,  etc.,  y  sus  contrarias), operaciones geométricas (secciones, desplazamientos,  etc.), temporales (seriación de los acontecimientos,  y,  por  tanto,  de  su  sucesión,  y  encajamiento  de los  intervalos), mecánicas, físicas, etc.
Una operación es, pues, en primer lugar, psicológicamente,  una acción cualquiera (reunir individuos o unidades numéricas, desplazar, etc.), cuya fuente es  siempre motriz, perceptiva o intuitiva. 
Dichas acciones que se hallan en el punto de partida de las  operaciones tienen, pues, a su vez como raíces esquemas sensorio-motores, experiencias efectivas  o mentales (intuitivas) y constituyen, antes de ser operatorias, la propia materia de la inteligencia   sensorio-motriz y, más tarde, de la intuición. ¿Cómo explicar,  por  tanto,  el  paso  de  las  intuiciones  a las  operaciones?  Las  primeras  se transforman en segundas, a partir del momento en que constituyen  sistemas de conjunto a la  vez  componibles  y reversibles.  En  otras  palabras,  y de una manera general,  las acciones se hacen operatorias desde el momento en que dos acciones del mismo tipo pueden  componer  una  tercera  acción  que  pertenezca  todavía  al  mismo  tipo,  y estas diversas   acciones pueden invertirse o ser vueltas del revés: así es cómo la acción de reunir  (suma  lógica  o suma  aritmética)  es  una  operación,  porque  varias  reuniones Sucesivas equivalen a una sola reunión  (composición de sumas) y las reuniones pueden ser invertidas y transformadas así en disociaciones  (sustracciones),
Hacia los 7-8 años, por término medio (pero, repetimos, estas edades medias dependen de los  medios sociales y escolares), el niño logra, tras interesantes fases de transición en cuyo detalle no   podemos entrar aquí, la constitución de una lógica y de estructuras operatorias  que  llamaremos    "concretas".  Este  carácter  "concreto"  por  oposición  al carácter formal, es particularmente instructivo  para la psicología de las operaciones lógicas en general: significa que a ese nivel que es por tanto el  de los inicios de la lógica propiamente dicha, las operaciones no se refieren aún a proposiciones o  enunciados verbales, sino a los objetos mismos, que se limitan a clasificar, a seriar, a poner en correspondencia, etc. 
En otras palabras, la operación incipiente está todavía ligada a la acción sobre los objetos y a la manipulación efectiva o apenas mentalizada.
Tomemos, ante todo, como hipótesis que todo elemento centrado por la mirada se sobreestima   justamente por este hecho. Este "efecto de centramiento" puede ser descubierto en una visión   taquistoscópica: si el sujeto mira fijamente un segmento de recta comparándolo con otro segmento  que permanece en la periferia, el segmento centrado es entonces sobreestimado (el fenómeno es,  por otra parte, muy complejo, ya que además de estos factores topográficos intervienen la atención,  la nitidez, el orden y las duraciones de presentación, etc., sin contar los factores técnicos de distancia  entre el sujeto y la imagen presentada, de ángulos, etc.).
Ahora bien, ya sea que esta sobreestimación por centramiento derive fisiológicamente de la  irradiación de las células nerviosas excitadas, como es muy probable, o ya sea que a ello se añadan  otros factores (como los pequeños movimientos oscilatorios del globo ocular, que desempeñan sin  duda un papel en la explotación visual de la figura, etc.), es fácil hacerle corresponder un esquema   probabilista cuya significación es, a la vez, fisiológica y psicológica.
Ahora bien, el aumento con la edad de estos errores acerca de las verticales o las oblicuas, etc., se  explica, según parece, de la manera siguiente. El espacio perceptivo de los pequeños está menos   estructurado que el de los mayores según las coordenadas horizontales y verticales, ya que este  estructuramiento supone la puesta en relación de los objetos percibidos con unos elementos de  referencia situados a distancias que sobrepasan las fronteras de las figuras. Con el desarrollo, en  cambio, se hace referencia a un marco cada vez más amplio y alejado, en función de actividades  perceptivas de relacionar, etc., lo cual conduce a una oposición cualitativa cada vez más fuerte entre  las horizontales y las verticales. En sí mismo, el error en la vertical es, sin duda, debido a otra  distribución de los puntos de centramiento y de los "encuentros" en la vertical, cuyas partes superior e inferior no son simétricas desde el punto de vista perceptivo ('a parte superior está "abierta"  mientras que la parte inferior está "cerrada" hacia el suelo), a diferencia de la horizontal, cuyas dos  mitades son perceptivamente simétricas. 
Pero en la medida en que los pequeños tienen un espacio  menos estructurado según unas coordenadas, por falta de actividad perceptiva que relacione a  distancia, son menos sensibles a esa diferencia cualitativa de la horizontal y la vertical y, por lo tanto,  también a la asimetría perceptiva de esta última, asimetría que es función del marco general de la figura.
 En suma, existe, pues, además de los efectos "primarios" ligados a la ley de los centramientos    relativos, un conjunto de actividades perceptivas de transportes, comparaciones a distancia,  transposiciones, anticipaciones, etc., y las actividades que en general conducen atenuar los errores  primarios, pueden provocar errores secundarios cuando ponen en relación a distancia elementos que  crean un contraste, etc., es decir, provocan ilusiones que no se producirían sin el hecho de relacionar.
Pero hay que comprender que estas actividades intervienen en cierto sentido ya en los efectos  primarios, puesto que los "encuentros" y los "acoplamientos" de los que hemos hablado al tratar de  ellos, son debidos a centramientos y a descentramientos que ya constituyen actividades. A todos los   niveles puede, pues, decirse que la percepción es activa y no se reduce a un registrar pasivo. Como  decía ya K. Marx en sus objeciones a Feuerbach, hay que considerar la sensibilidad "como actividad  práctica de los sentidos del hombre"





Génesis y Estructura en Psicología de la Inteligencia

Empecemos por definir los términos que vamos a utilizar. Definiré la estructura de la manera más  amplia como un sistema que presenta leyes o propiedades de totalidad, en tanto que sistema. Estas  leyes de totalidad son por consiguiente diferentes de las leyes o propiedades de los elementos  mismos del sistema. Pero insiste en el hecho de que estos sistemas que constituyen estructuras son   sistemas parciales en comparación con el organismo o el espíritu. 

La noción de estructura no se  confunde, en efecto, con cualquier totalidad y no se reduce simplemente a decir que todo depende  de todo a la manera de Bichat en su teoría del organismo se trata de un sistema parcial, pero que, en  tanto que sistema, presenta leyes de totalidad, distintas de las propiedades de los elementos. Pero el término sigue siendo vago, mientras no se precisa cuáles son estas leyes de totalidad. En ciertos     campos  privilegiados  es  relativamente  fácil  hacerlo,  por  ejemplo  en  las estructuras  matemáticas,  las     estructuras  de  los  Bourbaki.  Ustedes  saben  que  las estructuras matemáticas de los Bourbaki se  refieren a las estructuras algebraicas, a las estructuras de orden y a las estructuras topológicas. Las  estructuras algebraicas son, por ejemplo, las estructuras de grupo, de cuerpo, o de anillos, nociones  todas ellas que están bien determinadas por sus leyes de totalidad. Las estructuras de orden son los  retículos, los semirretículos, etc. Pero si adoptamos la definición amplia que yo he propuesto para la     noción  de  estructura,  podemos  incluir  igualmente  estructuras  en  las  que  las propiedades y las leyes  son aún relativamente globales y que no son, por consiguiente, deductibles más que en esperanza a  estructuraciones matemáticas o físicas. 
Pienso en la noción de Gestalt de la que precisamos en  psicología y que yo definiría como un sistema de composición no aditiva y un sistema irreversible, por  oposición a esas estructuras lógico-matemáticas que acabo de recordar y que son, por el contrario,  rigurosamente reversibles. Pero la noción de Gestalt, por vaga que sea, descansa de todos modos  en la esperanza de una matematización o de una fiscalización posibles.
Por otra parte, para definir la génesis, quisiera evitar que se me acusase de círculo vicioso y por lo  tanto no diré simplemente que es el paso de una estructura a otra, sino más bien que la génesis es   una cierta forma de transformación que parte de un estado A y desemboca en un estado B, siendo B  más estable que A. Cuando se habla de génesis en el terreno psicológico - y sin duda también en los  demás terrenos -, es preciso rechazar ante todo cualquier definición a partir de comienzos absolutos.   
En psicología, no conocemos comienzos absolutos y la génesis se hace siempre a partir de un  estado inicial que eventualmente comporta ya en sí mismo una estructura. Se trata, por consiguiente,  de un simple desarrollo. Pero no, sin embargo, de un desarrollo cualquiera, de una simple transformación.
Historia
Una vez definidos nuestros dos términos, me permitirán ahora dos palabras muy rápidas acerca  de  la    historia,  ya  que  este  estudio,  que  debe  esencialmente  introducir  una discusión, no puede agotar, ni  mucho menos, el conjunto de problemas que podría plantear la psicología de la inteligencia. Estas  pocas palabras son sin embargo necesarias, ya que hay que señalar que, contrariamente a lo que ha  demostrado tan profundamente Lucien  Goldrnann  en  el  terreno  sociológico,  la  psicología  no  arranca    de  sistemas iniciales, como los de Hegel y Marx, no proviene de sistemas que ofrecían una relación inmediata entre el aspecto estructural y el aspecto genético de los fenómenos. En psicología y en   biología, donde el uso de la dialéctica se ha introducido de forma bastante tardía, las primeras teorías  genéticas, y por tanto las que primero se han referido al  desarrollo,  pueden  ser  calificadas  de    genetismo  sin  estructuras.  Es  el  caso,  por ejemplo, en biología, del lamarckismo: para Lamarck, en   efecto, el organismo es indefinidamente plástico, modificado sin cesar por las influencias del medio;  no existen pues estructuras internas invariables, ni siquiera estructuras internas capaces de resistir o de entrar en interacción efectiva con las influencias del medio.
En psicología, encontramos, al principio, si no una influencia lámarckiana, al menos un estado de   espíritu perfectamente análogo al del evolucionismo bajo su forma primera. Pienso, por ejemplo, en  el asociacionismo de Spencer, Tame, Ribot, etc. Se trata de la misma concepción, pero aplicada a la  vida mental: la concepción de un organismo plástico, modificado constantemente por el aprendizaje,   por las influencias exteriores, por el ejercicio o la "experiencia" en el sentido empirista de la palabra.  
Por otra parte, encontramos todavía hoy esta inspiración en las teorías americanas del aprendizaje,  de acuerdo con las cuales el organismo se modifica continuamente por las influencias del medio, con   la única excepción de ciertas estructuras innatas muy limitadas, que se reducen de hecho a las  necesidades instintivas: el resto es pura plasticidad, sin verdadera estructuración. Después de esta  primera fase, se asistió a un cambio radical, en la dirección, esta vez, de un estructuralismo sin   génesis. En biología, el movimiento comenzó a partir de Weissmann y continuó con su descendencia. En cierto sentido limitado, Weissmann vuelve a una especie de preformismo.
La evolución  no es más que una apariencia o el resultado de la mezcla de los genes, pero todo está determinado  desde el interior por ciertas estructuras no modificables bajo las influencias del medio. En filosofía, la  fenomenol9gía de Husserl, presentada como un antipsicologismo, conduce a una intuición de las  estructuras o de las esencias, independientemente de toda génesis. Si recuerdo a Husserl aquí, es  porque ha ejercido cierta influencia en la historia de la psicología: fue en parte inspirador de la teoría   de la Gestalt. Dicha teoría es el tipo mismo de estructuralismo sin génesis, siendo las estructuras    permanentes e independientes   del   desarrollo.   Ya   sé   que   la   Gestalt   Theorie   ha   suministrado concepciones e interpretaciones del desarrollo, por ejemplo en el bello libro de Koffka sobre el   crecimiento mental; para él, sin embargo, el desarrollo está enteramente determinado por la  maduración, es decir, por la preformación que, a su vez, obedece a leyes de Gestalt, etc. La génesis  es también aquí secundaria y la perspectiva fundamental es preformista.
Después de recordar estas dos tendencias - génesis sin estructuras, estructuras sin génesis ustedes  esperan, claro está, que les presente la necesaria síntesis: génesis y estructura. Sin embargo,  si    llego  a esta conclusión,  no  es  por gusto  de la simetría,  como  en una disertación de filosofía conforme  con las más sanas tradiciones. Me ha sido, por el contrario, impuesta esta conclusión por el conjunto   de los hechos que he recogido durante alrededor de cuarenta años en mis estudios sobre la  psicología del niño. 
Quiero subrayar que esta larga encuesta ha sido llevada a cabo sin ninguna hipótesis previa sobre las relaciones entre la génesis y la estructura. 
Durante largo tiempo, ni siquiera reflexioné explícitamente acerca de tal problema, y no me ocupé de él sino bastante tardíamente con ocasión de una comunicación a la Sociedad Francesa de Filosofía, hacia 1949, en que tuve la  oportunidad de exponer los resultados del cálculo de lógica simbólica sobre el grupo de las cuatro  transformaciones, aplicado a las operaciones proposicionales, de las que más abajo hablaremos.   Luego de este exposé, Emile Bréhier, con su habitual profundidad, intervino para decir que bajo esta  forma no tenía inconveniente en aceptar una psicología genética, puesto que las génesis de las que  yo había hablado estaban siempre apoyadas en estructuras y que, por consiguiente, la génesis  estaba subordinada a la estructura. A lo cual yo respondí que estaba de acuerdo, con la condición de  que fuera verdad la recíproca, ya que toda estructura presenta a su vez una génesis, de acuerdo con una relación dialéctica, y que no hubiera primacía absoluta de uno de los términos con respecto al  otro Toda génesis parte de una estructura y desemboca en una estructura.

Toda estructura tiene una génesis

he dicho hasta aquí que toda génesis parte de una estructura y desemboca en otra  estructura. Pero recíprocamente, toda estructura tiene una génesis. Ven ustedes inmediatamente,  por lo que hasta aquí se ha expuesto, que esta reciprocidad se impone al analizar tales estructuras.  El resultado más claro de nuestras investigaciones en el campo de la psicología de la inteligencia, es  que las estructuras, incluso las más necesarias, en el espíritu adulto, tales como las estructuras  lógico-matemáticas, no son innatas en el niño: se van construyendo poco a poco. Estructuras tan   fundamentales como las. de la transitividad, por ejemplo, o la de inclusión (que implica que una clase  total contenga más elementos que la sub-clase encajada en ella), de la conmutabilidad de las sumas elementales, etc., todas esas verdades que son para nosotros evidencias absolutamente necesarias,   se construyen poco a poco en el niño. 
Esto ocurre incluso con las correspondencias bi-unívocas y  recíprocas, de la conservación de los conjuntos, cuando se modifica la disposición espacial de sus   elementos, etc.. No hay estructuras innatas: toda estructura supone una construcción. Todas esas  construcciones se remontan paso a paso a estructuras anteriores que nos remiten finalmente, como  decíamos más arriba, al problema biológico.
En una palabra, génesis y estructura son indisociables. Son indisociables temporalmente, es decir,  que si estamos en presencia de una estructura en el punto de partida, y de otra estructura más  compleja, en el punto de llegada, entre ambas se sitúa necesariamente un proceso de construcción,  que es lá génesis. No encontramos pues jamás la una sin la otra: pero tampoco se alcanzan ambas  en el mismo momento, puesto que la génesis es el paso de un estado anterior a un estado posterior.
¿cómo concebir entonces de una manera más intima esa relación entre estructura y génesis? Aquí  es donde voy a volver sobre la hipótesis del equilibrio que ayer lancé imprudentemente en la  discusión y que dio lugar a reacciones diversas. Hoy espero justificarla un poco mejor en esta exposición.
El equilibrio
Ante todo, ¿a qué llamaremos equilibrio en el terreno psicológico? Hay que desconfiar en psicología  de las palabras que se han tomado prestadas de otras disciplinas, mucho más precisas que ella, y   que pueden dar la ilusión de la precisión si no se definen cuidadosamente los conceptos, para no   decir demasiado o para no decir cosas incomprobables.
Para definir el equilibrio, tomaré tres caracteres. Primero, el equilibrio se caracteriza por su  estabilidad. Pero observemos en seguida que estabilidad no significa inmovilidad. Como es sabido,   hay en química y en física equilibrios móviles caracterizados por transformaciones en sentido   contrario, pero que se compensan de forma estable. 
La noción de movilidad no es pues  contradictoria con la noción de estabilidad: el equilibrio puede ser móvil y estable. En el campo de la  inteligencia tenemos una gran necesidad de esa noción de equilibrio móvil. 
Un sistema operatorio  será, por ejemplo, un sistema de acciones, una serie de operaciones esencialmente móviles, pero  que pueden ser estables en el sentido de que la estructura que las determina no se modificará ya  más una vez constituida.
Segundo carácter: todo sistema puede sufrir perturbaciones exteriores que tienden a modificarlo.  Diremos que existe equilibrio cuando estas perturbaciones exteriores están compensadas por  acciones del sujeto, orientadas en el sentido de ia compensación. La idea de compensación me  parece fundamental y creo que es la más general para definir el equilibrio psicológico.
Por último, tercer punto en el cual me gustaría insistir: el equilibrio así definido no es algo  pasivo  sino, por  el  contrario,  una  cosa  esencialmente  activa.  Es  precisa  una actividad  tanto  mayor cuanto  mayor sea el  equilibrio.  Es  muy difícil  conservar un equilibrio desde el punto de vista mental. El equilibrio  moral de una personalidad supone una fuerza de carácter para resistir a las perturbaciones, para  conservar los valores a los que se está apegado, etc. Equilibrio es sinónimo de actividad. El caso de  la inteligencia es el mismo. Una estructura está equilibrada en la medida en que un individuo sea lo suficientemente activo  como  para oponer a todas las perturbaciones compensaciones exteriores.  Estas ultimas acabarán, por otra parte, siendo anticipadas por el pensamiento. 
Gracias al juego de  las operaciones, puede siempre a la vez anticiparse las perturbaciones posibles y compensarías  mediante las operaciones inversas o las operaciones recíprocas. Así definida, la noción de equilibrio parece tener un valor particular suficiente como para permitir la  síntesis entre génesis y estructura, y ello justamente en cuanto la noción de equilibrio engloba a las  de compensación y actividad. 
Ahora bien, si consideramos una estructura de la inteligencia, una  estructura lógico-matemática cualquiera (una estructura de  lógica  pura,  de  clase,  de  clasificación, de relación, etc., o una operación proposicional).
hallaremos en ella ante todo, claro está, la actividad, ya  que se trata de operaciones,  porque encontramos  en  ellas  sobre todo  el  carácter fundamental  de las estructuras lógico-matemáticas que es el de ser reversibles. 
Una transformación lógica, en efecto,  puede siempre ser invertida por una transformación en sentido contrario, o bien reciprocada   por   una transformación   recíproca.   Pero   esta   reversibilidad,   se   ve inmediatamente, está muy cerca de lo que  llamábamos hace un momento compensación en el terreno del equilibrio. Sin embargo, se trata de  dos realidades distintas.

Estructura lógico~matemática

Ahora bien, la conservación de la materia es una estructura, o por lo menos un índice de estructura,   que descansa, evidentemente, en todo un agrupamiento operatorio más complejo, pero cuya  reversibilidad se traduce por esa conservación, expresión misma de las compensaciones que  intervienen en las operaciones. ¿De dónde viene esta estructura? Las teorías corrientes del  desarrollo, de la génesis, en psicología de la inteligencia, invocan ora uno ora otro, o  simultáneamente tres factores, de los cuales el primero es la maduración - por lo tanto, un factor  interno, estructural, pero hereditario -; el segundo, la influencia del medio físico, de la experiencia o  del ejercicio; el tercero, la transmisión social. Veamos lo que valen estos tres factores en el caso de  nuestra bolita de pasta para modelar. Primero, la maduración. Es evidente que tiene su importancia,  pero está muy lejos de bastarnos para resolver nuestro problema. La prueba es que el acceso a la conservación no se produce a la misma edad en los diversos medios. Una de mis estudiantes, de  origen iraní, dedica su tesis a experiencias diferentes hechas en Teherán y en el campo de su país.  En Teherán, encuentra aproximadamente las mismas edades que en Ginebra o en París; en el  campo, observa un retraso considerable. 
Por consiguiente, no se trata tan sólo de un problema de  maduración; hay que considerar asimismo el medio social,  el  ejercicio,  la  experiencia.  segundo     factor:  la  experiencia  física.  Tiene ciertamente su importancia. 
A fuerza de manipular los objetos, se  llega, no lo dudo, a nociones de conservación Pero en el terreno concreto de la conservación de la  materia, veo, sin embargo, dos dificultades. 
En primer lugar, esa materia que presuntamente se conserva para el niño antes que el peso y el volumen, es una realidad que no se puede percibir ni  medir. ¿Qué es una cantidad de materia cuyo peso y cuyo volumen varían? No es nada accesible a  los sentidos: es la substancia. Es interesante ver que el nifio empieza por la substancia, como los  Presocráticos, antes de llegar a conservaciones comprobables por la medida. En efecto, esta  conservación de la substancia es la de una forma vacía. Nada la apoya desde el punto de vista de la  medida o de la percepción posibles. No veo cómo la experiencia habría podido imponer la idea de la  conservación de la substancia antes que las del peso y el volumen. Es, pues, una noción exigida por'  una estructuración lógica, mucho más que por la experiencia y, en todo caso, no es debida a la  experiencia como factor único.





Conclusión 

Piaget propuso una teoría racionalista frente a las tesis empiristas de la tabula rasa. El conocimiento era una interpretación activa de los datos de la experiencia por medio de unas estructuras o esquemas previos. Influido por la biología evolucionista, consideró estas estructuras no como algo fijo e invariable, sino como algo que evolucionaba a partir de las funciones básicas de la asimilación y la acomodación. La filosofía racionalista, la biología evolucionista y el pragmatismo funcionalista, constituyen las principales coordenadas de su pensamiento.
Racionalismo: Utilizó el método histórico – crítico en su epistemología genética y, por otra parte, descubrió las etapas del desarrollo cognitivo de niño en términos de estructuras lógicas y matemáticas. Fue criticado por construir un sistema lógico en lugar de uno psicológico, el interés por la lógica y las matemáticas es típicamente racionalista.
Biología evolucionista: Piaget consideró la evolución como sinónimo de progreso y para él el principio básico de la evolución era el equilibrio.





                                             Bibliografia

- www.monografias.com/trabajos 22/ piaget/piaget.shtml
- www.monografias.com/trabajos16/teorias-piaget/teorias-piaget.shtml
- amapsi.org/.../view.php?id...internal%3A%2F%2FJean_Piaget...pdf?
- Teorias Cognitivas y Educacion:  Marcos Hernan Flores Velasco
















Educación en Valores “La autoestima del Niño”

Justificación

Con este trabajo lo que pretendo es como lograr que un niño eleve su autoestima desde muy pequeño podemos decir que muchos niños por culpa de este problema, llegan hasta el bachillerato con este gran problema que es la baja autoestima, muchos jóvenes arrastran desde niño este problema y por eso es que fracasan en cursos superiores por Ej. Como el ciclo secundario o la universidad y he aquí vamos a tratar de encontrar respuestas y ver que se puede hacer para que un niño eleve su autoestima.



Planteamiento del problema

Mi objetivo con este trabajo es saber porque un niño llega hasta cursos superiores con este gran problema, sabemos que muchas personas influyen para que esto suceda por Ej. Tenemos a los padres, profesores, hermanos, amigos etc.
Porque digo esto por el simple hecho de que varias veces se le dice ha un niño que sos un flojo, que sos un burro, que no servís para nada todo esto tiene mucho poder no sabemos como lo va a tomar un niño, uno como padre o madre no sabe las consecuencias que pueden traer esas insignificantes palabras, no se dan cuenta que tal vez están arruinando el futuro brillante que tenia ese niño, pero no se dan cuenta de lo que han hecho, claro habrá niños que no les afectara estas palabras por eso tenemos jóvenes sobresalientes en el colegio y en la universidad.
Pero no todo es color de rosa ahora miremos el otro lado de la moneda ha muchos niños les afecta todo lo que le dicen y se le queda grabado en el cerebro, por eso vemos jóvenes que fracasan en el colegio y en la universidad y se quedan ahí trabajando de cualquier cosa, se quedan ahí como personas mediocres y esto sucede por su baja autoestima, porque no se sienten capaces ni confían en ellos mismos y esto la arrastran desde niños.
Así que mi objetivo de este trabajo es determinar que tan importante es la autoestima en un niño, para que en un futuro sea un joven brillante y no un fracasado, la autoestima es un valor muy importante en la vida de cualquier ser humano aquí en la tierra.
Para no llegar al extremo desde chico hay que inculcarle una buena autoestima al niño pero técnicamente si el niño ha llegado a la adolescencia con baja autoestima va a tener el problema de la timidez es decir el de no poder relacionarse tranquilamente con los demás.
Si eso sucede el niño ya convertido en adolescente y tiene este problema puede superarlo:




QUIERES cambiar y crees que puedes hacerlo.
REEMPLAZAS los pensamientos desalentadores con acción que signifique progreso.
TE FIJAS metas realistas y significativas.
APRENDES a relajarte y a encararte a la inquietud.
ENSAYAS de antemano que hacer en las situaciones
AUMENTAS poco a poco tu confianza con buenas experiencias.
RECUERDAS que hay diferencias de opinión y los demás también se equivocan.
PRACTICAS para mejorar las aptitudes que tienes y adquirir otras.
TE ESFUERZAS para mostrar amor y ayudar a otros.
VISTES con buen gusto y obras con confianza.
CONFIAS en la ayuda que dios da.




Sustento Teórico

La autoestima es un concepto que se ha hecho parte de nuestro lenguaje y esto se debe a que cada vez hemos ido constatando la importancia que tiene para el bienestar de cada persona.
Resulta interesante analizar el cuando y como se va construyendo una buena autoestima. Este es un tema especialmente útil para padres, madres y maestra, pero también para abuelos, tíos o amigos de la familia, la autoestima empieza a formarse desde que el bebe es recibido en este mundo y conforme va creciendo va percibiendo como se lo mira, con aprobación o desaprobación, va comprendiendo las palabras de aceptación-valoración, o va siendo afectado por criticas, comparaciones, exigencias exageradas.
Cuando el niño (a) es pequeño es sensible a lo que recibe del medio y se va conformando una imagen de si mismo que luego es difícil cambiar. Por eso es tan importante hacerle sentir que el es el hijo(a) que queríamos tener.

LA TIMIDEZ

Cuando el niño no ha desarrollado una buena autoestima con el pasar de los años llega entonces a la adolescencia que es una etapa de la vida caracterizada por el cúmulo de cambios que se producen, entre ellos los problemas emocionales en los que se incluye la timidez, que dificulta al joven en su desarrollo personal, sobre todo, a la hora de relacionarse con el mundo que lo rodea.

Los pros y los contras

Las personas con este carácter se escudan tras el mal humor o el carácter arisco para que la gente no se acerque a ellas y los emplean como técnicas o barreras de protección, pero en general los tímidos acumulan ciertos encantos como son “escuchar bien, ser sonrientes o discretos”
Pero no es la timidez un don envidiable, de hecho es la causa del sufrimiento del individuo y también de la familia que no consigue y se frustra, al fracasar una y otra vez en el intento de que el pequeño haga amigos o se relacione fácilmente con sus compañeros de aula.



No todo esta perdido

El tímido nace no se hace por diferentes circunstancias, pero de que el problema tiene solución pues lo tiene para ello ser consciente del inconveniente y reconocer es el primer paso para mejorar y cambiar. No tema hablarlo con otras personas y analizar el modo en que le afecta, esto le ayudara mucho a comprenderse mejor.
No se debe aislar, hay que salir relacionarse con la gente y romper la rutina y cuando no este de acuerdo con algo o alguien, intente expresarlo y vera como de a poco va tomando confianza.
No diga a todo que si para agradar a los demás, si accede a lo que no quiere por complacer a otros terminara sintiéndose mal por no haber tenido el valor de rehusarse.


¿En que consiste la timidez?

la timidez es sentirse incomodo entre la gente, desconocidos, personas de autoridad o del sexo opuesto, o hasta los propios compañeros o amigos de uno. Es un cohibirse que afecta a sus victimas de diversas maneras. Algunos se avergüenzan, bajan la cabeza mientras el corazón les late violentamente y no pueden hablar. Otros pierden la compostura y empiezan un parloteo imparable. A otros se les hace difícil hablar con franqueza y dar a conocer sus opiniones y preferencias.
 
Un buen comienzo es entender el problema, la timidez no describe lo que eres; describe tu comportamiento, tu reacción a ciertas situaciones, el modo de responder que has seguido y has alimentado mediante experiencias con otros. Tú crees que otros te juzgan mal, que no les caes bien, crees que los demás son mejores o más normales que tú, crees que no tendrás éxito si tratas de relacionarte con otras personas. Esperas malas resultadas y a menudo ocurre porque estas tenso y actúas según lo que crees.

¿Cómo afecta tu vida la timidez?

El retraerte y no hablar francamente o estar tan preocupado contigo mismo que no prestes atención a los demás, pudiera dar la impresión de que eres orgulloso, poco amigable, aburrido o hasta indiferente o ignorante. Por estar pensando en ti mismo, se te hace difícil concentrarte en lo que estas considerando. Por eso prestas menos atención a la información que recibes. Entonces ocurre lo que mas temes... das la impresión de ser un tonto.
En esencia te has encerrado tras los muros de la timidez y no hallas escape de esa situación. No aprovechas las oportunidades que se te presentan, aceptas artículos o situaciones que realmente no deseas, todo porque tienes miedo de hablar con franqueza y expresar tu opinión. No llegas a tener el gozo de conocer a otras personas ni hacer nuevos amigos ni participar en actividades que enriquecerían tu vida, pero los demás también salen perdiendo nunca llegan a conocerte como verdaderamente eres.
No hay que dejar que el problema pase a mayores ya en la adolescencia puede tornarse critico y pasar de la timidez a la depresión grave, que este llegaría a ser un trastorno mental, no dejemos que las cosas lleguen a tal extremo.





Desarrollo de la propuesta pasó a pasó


Desde el punto de vista tecnológico se permite confirmar que existen algunas actitudes para apoyar la formación de una adecuada autoestima:

  • Aceptar a cada niño tal como es. Si es callado, esto no significa que sea necesariamente tímido. Hay que valorarlo y verlo desde una perspectiva mas positiva: es un niño tranquilo y observador.
  • Valorar sus trabajos, actitudes y palabras, generalmente se tiende a corregir a los niños cuando se portan mal, pero esta comprobado que es más didáctico para su socialización cuando se los felicita por haberse portado bien.
  • No utilizar calificativos como agresivo o caprichoso, por que de este modo le estamos poniendo una etiqueta con la cual el niño se va a identificar y va a continuar actuando así, lo que en psicología se llama “Reforzamiento social de una conducta. Y lo que es peor, le estamos quitando la oportunidad de actuar de otro modo, olvidando que esta en plena formación de su personalidad.
  • Establecer reglas de convivencia, de manera que los chicos se sientan seguros y sepan que hacer en las diferentes situaciones de convivencia. Así evitaremos llamarles demasiado la atención. Cuando se da algún problema se debe explicar por que es mejor no tener determinada conducta para que sientan que no se rechaza a la persona sino la situación que se corrige.
  • Enseñar con el ejemplo: aceptarnos, que escuchen comentarios positivos entre los adultos que los rodean.
Recordemos siempre tener cuidado cuando interactuamos con los niños, porque según las palabras o gestos que utilicemos, nuestra actitud puede resultar o una nube sombría, o un sol radiante para la autoestima de la persona que tenemos en frente.





Conclusión

Como podemos ver este valor de la autoestima en el niño es importantísima y depende mucho de la familia del niño, porque las propuestas que presento en este trabajo practico son muy fáciles de cumplir, pero una cosa es hablar y otra muy distinta ponerla en practica.
Por lo tanto para poner en práctica esta propuesta tiene que haber mucho compromiso, responsabilidad y fuerza de voluntad, para que pueda haber resultados positivos con el niño puesto a prueba, de lo contrario todo va a ser en vano y el niño terminara siendo uno mas del montón.

Así que todo comienza en la familia desde la infancia, desarrollar la autoestima en un niño es un proceso lento y complicado pero no imposible. Entonces esta tarea de la autoestima, queda en manos de los padres de familia y de los profesores de colegio porque son con ellos que el niño pasa más tiempo.






Bibliografía


  • Revista dominical el extra del diario mayor el deber (07/ 09/ 2008)
  • Diario mayor el deber  (16 / 08 / 2009)
  • El sol de santa cruz (08 / 12 / 2010)
  • Lo que los jóvenes preguntan libro de consultas y respuestas practicas (2001)
  • www.monografias.com